¿Adónde llegarán las palabras que escribimos ahora? ¿Y las que dijimos ayer? ¿Rebotan, desaparecen, se enredan? ¿Para qué sirven? ¿Sorprenden, conquistan, enfadan, protestan?
Las palabras, la lengua al fin, es el instrumento más complejo que ha inventado la especie y, al mismo tiempo, en una paradoja alucinante, parece sencilla, tan fácil de usar como inevitable. Ancestral y simple como una cuchara. De hecho, casi todo lo que hacemos, de una manera u otra, lo decimos o lo contaremos. Hasta los secretos y los recuerdos son pensados así.
En esta pantalla, en la de tu teléfono, en las voces de la calle y la televisión todo depende de las palabras. Pero ¿dicen la verdad? ¿Son capaces de expresar con exactitud lo que sentimos, lo que se nos ocurre, de dar fe de lo que ocurrió, de convencer a aquel pesado de que tenemos razón o de que se ha equivocado, de pedir perdón?
No son tareas fáciles, pues hay unas enormes posibilidades de fallar. Pero los lenguajes guardan siempre una carta en la manga, un mecanismo sorpresa: son capaces de cualquier cosa con tal que los exprimas un poco, les des la vuelta, busques la expresión perfecta en lo inesperado, esperando, eso sí, que el otro, a veces después de muchas vueltas, por fin lo entienda.
Eso es lo que ha intentado Jorge Drexler en esta canción: explicar la confusa y frágil relación entre el que dice y el que escucha a partir de una palabra
¿Te parece que lo ha conseguido? ¿Se entiende? ¿Tiene algún valor su texto? ¿Lo tendrá años o décadas más tarde? ¿A qué se parece? ¿Te gusta?
ECO
Esto que estás oyendo
ya no soy yo.
Es el eco del eco del eco
de un sentimiento;
su luz fugaz
alumbrando desde otro tiempo,
una hoja lejana que lleva y que trae el viento.
Yo, sin embargo, siento
que estás aquí,
desafiando las leyes del tiempo
y de la distancia.
Sutil, quizás,
tan real como una fragancia:
un brevísimo lapso de estado de gracia.
Eco, eco,
ocupando de a poco el espacio
de mi abrazo hueco…..
Esto que canto ahora
continuará
derivando latente en el éter,
eternamente….
Inerte, así,
a la espera de aquel oyente
que despierte a su eco de siglos de bella durmiente..
Eco, eco,
ocupando de a poco el espacio
de mi abrazo hueco…..
Esto que estás oyendo
ya no soy yo…