domingo, 23 de octubre de 2011

Por el mes era de mayo...

   Si hay un subgénero realmente exitoso en toda la historia de la literatura en castellano es el romance. Quizá sea, además, el que acumula más tiempo de vigencia: desde los textos medievales (fechados en los siglos XIV y XV y recopilados en el s. XVI, pero probablemente ya existieran antes); pasando por las versiones de los autores de los Siglos de Oro y los pliegos de cordel (que se vendieron hasta principios del s. XX); hasta los que aún sobreviven en la música tradicional, el folclore y la poesía contemporánea (García Lorca, Gerardo Diego, Miguel Hernández, ...)

Portada de la primera recopilación impresa de romances (1525). La ilustración destaca su difusión por medio de trovadores.

   Su éxito es el de una invención popular con muchas virtudes: versatilidad, sencillez, agilidad... De ahí quizá su supervivencia en el folclore por medio de las actuaciones de los juglares, los trovadores, los músicos feriantes (sobre todo los ciegos) y la memoria del pueblo en general, recogida por los etnógrafos. Estos se han encargado de recoger testimonios orales, escritos y hasta los instrumentos con que se interpretaban, como puede comprobarse aquí.
   Algunas interpretaciones modernas, más o menos fieles a las originales, se basan en esos testimonios y parecen devolvernos a otra época. La zanfona (o zanfoña), el rabel y la guitarra son los instrumentos más utilizados antiguamente para este fin.




   En este último vídeo se puede consultar a la vez el texto.
   Quizá el romance más famoso y, por supuesto, con varias versiones, es el del prisionero. Como ejercicio voluntario, podéis enviar un breve comentario por correo electrónico. El texto de la versión más completa lo he subido aquí.
   Hay mucha más información sobre el romancero en la red, pero esta es una interesante iniciativa de la todopoderosa y riquísima Telefónica (de algo tenían que servir sus beneficios): el Wikillerato.

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