jueves, 21 de febrero de 2013

Elegía vs. oda

   Dijo Poe que la inspiración poética proviene de la tristeza, que sin melancolía no es posible la poesía. Sin embargo, hemos visto ejemplos de que el entusiasmo también puede estar en el origen de un poema, como en el caso de las Odas elementales de Neruda. Cualquier poeta puede expresar tanto sentimientos de admiración, elogio o plenitud, como de desesperación o nostalgia, si bien parece que, por estadística, es esta última la que ganaría. Y es que siempre anda uno recordando...

   Pues bien, he aquí una oda y una elegía o, al revés, una elegía y una oda. Porque sois vosotros quienes vais a clasificarlos. Por cierto, uno es de Miguel y otro de Carlos Bousoño, pero no diré cuál. Leedlos y contestad a estas preguntas en el aula virtual:
  1. ¿Cuál es una elegía? ¿Por qué?
  2. ¿Cuál es una oda? ¿Por qué?
  3. Explica qué es lo que pretende sugerir el autor de cada uno de ellos.
  4. ¿Utilizan el lenguaje figurado? Pon ejemplos y explícalos.
  5. ¿Cuál te ha gustado más? ¿Por qué?

POEMA A

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo voy
de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero mirar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera,
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irá a cada lado,
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas,
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


POEMA B

No cantaré, no, la tristeza.
No puedo, no. No he de cantarla,
sino alegría que me sube
en una ola dulce y casta.

Me desarraigo de la tierra.
Voy como un sueño sin mañana.
Vivo en el aire, transparente.
Rozo en los vientos las montañas.

¿Quién puede verme sin delirio
como la suave luz del alba,
tocando leve el ancho cielo,
su ancha tersura delicada?

Vedme animar los bosques puros
y susurrar entre las cañas.
Sonido soy tan sólo, dicha
para las verdes, frescas ramas.

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