miércoles, 15 de enero de 2014

Gelman

   Puede ser injusto dedicarse a hablar de los poetas justo cuando acaban de morir, pero los obituaruios tienen esta misión de homenaje que es discutible, pero muchas veces inevitable. Sobre todo si se estiman su obra y su persona.
   De Juan Gelman leí muchos de sus artículos, combativos, documentados y meticulosos, y parte de su labor periodística podéis encontrarla en su bitácora o en el diario para el que trabajaba. También leí una buena parte de su poesía.
   Ambas tareas en Gelman se distinguían porque la poesía ocupaba aquella realidad a la que el periodismo no puede llegar: la de las dudas, el territorio de la incertidumbre. Precisamente gran parte de su poesía surge de la tragedia personal que compartió con muchos argentinos: la desaparición de su hijo, nuera y nieta, a la que, casi milagrosamente, pudo encontrar.
   Este es el poema que alude a la desaparición:

el 24 de agosto de 1976
mi hijo marcelo ariel y
su mujer claudia, encinta,
fueron secuestrados en
buenos aires por un
comando militar.
como decenas de miles
de otros casos, la dictadura
militar nunca reconoció
oficialmente a estos
“desaparecidos”. habló de
“los ausentes para siempre”.
hasta que no vea sus cadáveres
o a sus asesinos, nunca los
daré por muertos.

   Por supuesto, su poesía abarca muchos otros temas:


Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.

  La relación de su poesía con la muerte era estrecha, tanto que su primer poema publicado se titulaba "Epitafio":
 
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.

Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.

¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.

   Sirva para despedirlo. Aquí podéis encontrar más: http://amediavoz.com/gelman.htm 


Juan Gelman

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